viernes, 7 de febrero de 2014

Javier Aguirre: Los patrocinadores presionan

En una entrevista con  W Radio, Javier Aguirre, ex-técnico de la seleccion mexicana en el 2010 y actual estratega del Espanyol de Barcelona, habla sobre la buena opinión que tiene de Miguel Herrera, evita darle "consejos" y prefiere no asegurar que su central y compatriota Héctor Moreno vaya a jugar el mundial, pues es desición de Herrera. Lo más interesante de la entrevista es que Aguirre acepta, como pocas veces un entrenador nacional en México, que los patrocinadores presionan y que a medida que se acerca el mundial esta presión se hace más grande y la gente del dinero quiere influir cada vez más en las desiciones del entrenador en turno. (El Universal)

Que Aguirre afirme esto no me sorprende por su contenido, sino porque lo haya dicho. Hay que ser ingenuo o muy bobo para pensar que el interés económico no gobierna el deporte profesional, si ya lo hace con casi todo, el deporte es una presa incluso demasiado fácil. Pero éste es un secreto a voces del cuál los implicados casi nunca hablan. Es la realidad del deporte que por una extraña razón, nadie quiere ver, o se ve con malos ojos.


La televisión y los patrocinadores pretenden que se hable de ellos y que los eventos sean perfectos para que así la publicidad sea más efectiva. En todos los deportes es así y lo de menos es la competencia si el evento atrae suficientes miradas, o en otros casos, pocas miradas pero siempre aquellas deseadas. Deportes como el Tenis o la Fórmula 1 no tienen millones de fans abarrotando estadios en todo el mundo, pero sus pocos "fanáticos" pertenecen a las élites económicas, lo cual viene siendo equivalente en términos de alcance. Lo menos importante es que tan entretenido sea un partido, si éste como evento puede reunir a las personas o a las personalidades en un momento determinado. Por estos motivos suena totalmente lógico que los patrocinadores busquen influir en medida de lo posible para que tal o cual jugador aparezca, que el evento se realice en ciertos días o que se lleve a cabo en zonas que no tengan condiciones óptimas para recibir el evento. Lo escribí hace unos dias en relación al Superbowl: lo de menos son los participantes, el evento en sí es lo que importa, que todo el mundo se entere de él.

Con esto hay que entender también que no necesariamente la competitividad de los equipos es ficticia o que el arreglo de partidos es un hecho cotidiano en todos los deportes profesionales. No existen pruebas para asegurar eso y el hecho de que el patrocinador quiera que un torneo se vea más bonito no necesariamente indica que ese patrocinador decide quién gana el trofeo. Por ejemplo con el mundial: muchas selecciones tienen menos arrastre del que podrían alcanzar porque nunca lo han ganado, y es poco probable que lo ganen en el futuro próximo, y no por eso se ha incrementado el número de equipos campeones en más de 70 años de competencia. Selecciones como Estados Unidos, China o Rusia tendrían el poder, en teoría, de comprar un mundial para ser comercialmente más atractivas y sus selecciones distan muchísimo de ser competitivas. Por el contrario, aspectos como el dopaje, las alineaciones "ordenadas" por otros personajes que no sean el entrenador de un equipo o el arreglo de partidos son manchas indeseables en los deportes que obviamente interfieren abiertamente con el objetivo de la publicidad. Yo no pagaré 20 millones de dólares por anunciarme en un evento que tenga fama (merecida o no, es lo de menos) de arreglado y tramposo, no es el prestigio que quiero para mi firma multinacional.

Incluso me atrevería a decir que el futbol, por su naturaleza misma es menos manipulable que otros deportes, porque las desiciones individuales pesan menos de lo que podemos pensar. Nos gusta creer que un jugador influye, nos atrae la idea de aquel que "se echa el equipo al hombro" y nos consuela pensar que si fulano no hubiera fallado, habríamos ganado. Pero en realidad, cuando un delantero falla la única opción de su equipo, en última instancia eso supone que en 90 minutos sus compañeros no crearon más que una sola opción y por tanto no fueron mejores que sus rivales, o cuando un jugador como Maradona hace una jugada de gol "solo", también hay que recordar que sus compañeros mantuvieron el 0 en la portería propia. 

Dicho esto, es natural que un equipo sea exigido por aquellos que ponen la lana. A Javier Aguirre no debería sorprenderle siquiera que los intereses comerciales pretendieran dictarle que hacer en algunos puntos, porque de algún lugar tenían que salir los 8 millones de dólares (o más) que se embolsaba, y como dicen por ahí, el que paga manda. Tampoco queda que ciertos futbolistas se pongan en pose moral y se sientan ofendidos por tener que grabar comerciales, como algunos aficionados que dicen estar de acuerdo con Carlos Vela y su negativa a "prestarse a los intereses de Televisa". Si a la diva de la banda (banda izquierda) no le gusta grabar comerciales, debería ponerse a pensar que de la TV sale el sueldazo que cobra en un país sumido en la crisis y el desempleo, como España, pese a que él sólo se dedica a patear un pedazo de cuero lleno de aire. Si la TV y las marcas no apoyaran al deporte no habría con que pagar los lujitos que tanto les gustan a los futbolistas, como las chicas que cambian besos por dinero en el caso de velita. Sino, basta con ver la situación de muchos basquetbolistas mexicanos previo al mundial de baloncesto: no les han pagado. ¿les molestaría a ellos grabar unos comerciales a cambio de dinero y fama? Lo dudo.

Como aficionados, nos corresponde entender que el mundo es y funciona así, nadie en su sano juicio trabaja de gratis. No para desilusionarse y llorar, sino para apasionarnos menos y disfrutar del deporte más sanamente. En lugar de inventar teorías absurdas de conspiraciones, vale más comprender que hay quien paga para que estos eventos se realicen, y resulta comprensible que ese alguien tenga influencia y tome desiciones, y que haya cosas que quizá no nos gusten pero tengamos que tolerar. Debemos recordar en última instancia que los eventos deportivos son, al final del día, eventos de entretenimiento masivo y motivo de fiesta, y el mensaje positivo que promueven (hermandad, sana competencia, cortesía, cooperación) no está peleado con el mensaje comercial. Si lo que buscas es cultura y crecimiento intelectual, sugiero que no lo busques sentado frente a la TV porque lo que ves ahí está pensado para entretenerte y nada más.

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